La terapia magnética o magnetoterapia, es un tema que me ha interesado desde hace mucho tiempo y que, finalmente, decidí probar y hacer parte de mi vida. Aquí te cuento qué tiene que ver todo esto con la oración de Dios te salve María
La terapia magnética es un tipo de terapia energética donde se utilizan campos magnéticos estáticos o electromagnéticos para la sanación de diversas enfermedades. Luego de una semana dedicado completamente a esta terapia en Francia con Marie-France O’Leary, un ser especial, una dama de la vida, terapista magnética desde hace treinta y cinco años, algo especial pasó en mí.
Marie-France escogió la religión cristiana como eje de su enseñanza. Nos explicó que la fuerza, la calidad de la magnetoterapia, es proporcional a la calidad del quien lo realiza. Por lo que pasábamos la mayor parte del tiempo trabajando sobre nosotros mismos, principalmente rezando, meditando, compartiendo nuestras sensaciones, emociones y retos de vida, así como también paseando por la naturaleza.
Esas horas pasadas en oración y el vocabulario católico que se utilizaba, me transportaron de vuelta a mi infancia en Venezuela y a mi profesor de matemáticas de quinto grado, un hombre excepcional, que me transmitió su pasión por la fe y el amor a Dios. Si bien, no soy católico practicante, disfruté mucho mi reencuentro con la oración y la Virgen María, quien tiene un sitio especial en la enseñanza de Marie-France.
Durante la sesión, hubo dos momentos que me marcaron profundamente, uno fue la manera de rezar el rosario, tarde por la noche antes de irnos a dormir. Todos de pie, caminando en círculo, uno detrás del otro, orando en voz alta durante 30 o 40 minutos. ¡Una experiencia poderosa!
El otro fue una caminata hacia un manantial donde hubo una aparición de la Virgen. Un sitio visitado frecuentemente por peregrinos. El camino, que duraba unos 20 minutos, decidí hacerlo rezando un rosario y dejándome conectar con la naturaleza que me rodeaba. La figura del rosario con los diez Ave María por cada Padre Nuestro me intrigaba. Todo ese tiempo concentrado en el rezo, en un ambiente tan diferente al de la iglesia, unido al hecho de que rezábamos en francés, me hizo volver a descubrir estas oraciones y preguntarme qué es lo que realmente significaban.
Ya de vuelta en casa, conservé el hábito de rezar rosarios, que me pareció tan poderoso durante mi sesión de magnetoterapia. Una mañana, haciendo mi rutina matutina, salí a correr y, en vez de hacer mis encantaciones habituales, decidí rezar un rosario. Corriendo allí, rodeado de naturaleza y manteniendo mi ritmo de un Padre Nuestro y diez Ave María, algo sucedió. Iba repitiendo las palabras y reflexionando sobre su significado. Dios te salve María, llena eres de gracia, el señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres… y me dije, María es la madre de Jesús… ¿Y si aplico el Ave María a mi madre? Y así empecé a rezar concentrándome en mi mamá y sintiendo cómo cada frase de la plegaria se aplicaría a ella, si tomara el sitio de María en la oración.
Si mi mamá fuera María:
Dios te salve María: Yo pensé, Dios te salve mamá.
Llena eres de gracia: estás llena de gracia, tu amor incondicional por tus hijos.
El señor es contigo: Dios estuvo contigo en el momento de la creación de mi vida dentro de ti.
Bendita tú eres entre todas las mujeres: mamá, para mí eres única, eres mí mamá. Eres bendita y única entre todas las mujeres por ser mi madre.
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús: has dado vida, tienes dentro de ti un ser humano, hijo de Dios, perfecto y maravilloso como cada ser humano. Bendito por el simple hecho de haber nacido, a imagen y semejanza de Dios.
Santa María, madre de Dios: eres santa por ser madre, cuántos sacrificios y sufrimiento. Cuando amor por tus hijos, los hijos de Dios.
Ruega por nosotros pecadores: ruega por tus hijos, que crecen, aprenden y viven la vida con miedo a veces y valentía otras. Cometiendo errores y tratando de aprender de ellos.
Ahora y en la hora de nuestra muerte: ámame hoy, ámame mañana, acompáñame con tu amor hasta el momento de mi muerte.
Amén: que así sea.
Aplicar el Ave María a mi madre me sorprendió, quedé con una sensación de descubrimiento, de haber comprendido la vida, lo sagrado, un poco más. Y me pregunté si podía aplicar la oración a otras personas en mi vida, a mi esposa o a mi hija, por ejemplo. Esto fue lo que salió:
A mi esposa:
Dios te salve María: que Dios te cuide siempre amor mío.
Llena eres de gracia: mujer, madre, la gracia está dentro de ti, la creación de la vida, de nuestros hijos de amor.
El señor es contigo: Es contigo, madre, creadora de vida.
Bendita tú eres entre todas las mujeres: eres mi amor, madre de mis hijos, sagrada y bendita por ello.
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús: nuestros hijos y el amor que siento por ellos son algo sagrado. La conexión entre padres e hijos es bendita.
Santa María, madre de Dios: madre, bella, santa. Madre de nuestros hijitos, hijos de Dios.
Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte: ruega por mí, dame tu amor, apóyame siempre, equilíbrame y complétame durante toda nuestra vida juntos, hasta que la muerte nos separe.
Amén: que así sea
A mi hija de 7 años:
Dios te salve María: que Dios esté siempre contigo mi princesa bella.
Llena eres de gracia: tu dulzura, tu inocencia de niña, tu sonrisa. Llena de gracia estás.
El señor es contigo: Dios está dentro de ti, lo siento, lo veo en tu sonrisa, en tu inocencia, en tu alegría.
Bendita tú eres entre todas las mujeres: Bendita eres mi pequeñita de amor, única e irremplazable.
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús: crecerás, serás madre quizás. Como mujer, tendrás la bendita capacidad de crear vida.
Santa María, madre de Dios: santa princesa de amor, madre de Dios, hay algo sagrado dentro de ti, tu alma, tu alegría, tu inocencia.
Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte: Ámame siempre, inspira mi vida, dame la fuerza para ser siempre un hombre mejor, un padre mejor, un ser humano mejor. Que tu amor me acompañe toda mi vida.
Amén: que así sea
Lo que transcribo aquí, en ese momento me produjo una gran emoción y un profundo sentimiento en mi corazón. Me hizo apreciar lo sagrado que hay en cada uno de nosotros, la gracia, lo bendito. Dios está debajo de cada piedra, dentro de cada uno de nosotros. No es algo lejano y abstracto, sino parte de nuestras vidas. Práctico, pragmático y tangible.
Te invito a realizar el ejercicio y me contarás las emociones y sentimientos que se despiertan dentro de ti. La vida es una bella aventura de descubrimiento. Déjate llevar por ella, vive con curiosidad, ¡juega!
Carlos Malatesta,
Coach de felicidad y progreso